Título: "Una Herida Profunda" acuarela sobre papel, 9"x 12", Aura Dominguez 2018. |
El tiempo no lo cura todo, a veces debemos buscar ayuda.
La reflexión de hoy empieza con una fábula inspirada en una situación de la vida real en la que muchos nos hemos visto.
En lo profundo del bosque majestuoso, un animal espectacular
habitaba. Su pelaje tornasol, su impresionante tamaño y sus ojos grisáceo con
un destello de lila cautivaban las miradas. Pero había sido herido hacía ya un tiempo por un cazador. Pensó que el tiempo curaría su herida profunda, a pesar de todo yacía en el suelo y su
inmovilidad mantenían preocupados a todos los habitantes del bosque.
El se sentía sólo y abandonado porque aunque todo el que se acercaba, le invitaba a jugar, cada vez que lo intentaba tenía que moverse y comenzaba de nuevo, un punzante dolor que le hacia estremecer, sangrar sin parar y por tanto se enfurecía y ahuyentaba a todos con sus alaridos.
-Estaba allí desde hacía ya mucho tiempo—dijo una tortuga en
el estanque.
-No puede ser –dijo la ardilla- hasta cuando estará así.
-Es que debe lamerse su herida -dijo una liebre
-No es tan fácil como piensan- dijo el castor- su piel es
muy dura y además la herida esta en un lugar muy difícil de alcanzar.
Entonces decidieron hacer una reunión de todos los animales
del bosque, para ver cómo podían ayudarle. Todos dieron su opinión al respecto,
pero ninguno sabía cual era la solución, hasta que el búho dijo sabiamente.
-Esto es algo que no podemos curar nosotros solos y mucho
menos el mismo, así que tendremos que buscar ayuda. Fueron así, a la parte habitada del bosque y decidieron
acercarse a un perro que vivía en la casa del doctor del pueblo.
-Sólo el podrá hacer lo que se necesita-dijo el búho- sabemos que estará asustado al ver al humano pero es la solución, así que
manos a la obra.
Fue entonces una comisión a convencer al perro de que
buscara la forma de llevar a su amo a esta parte del bosque en su próxima
caminata juntos.
-Están locos- dijo el perro- y se le pasa algo a mi amo que hacemos. Pero lograron convencerlo a pesar de todo.
-Están locos- dijo el perro- y se le pasa algo a mi amo que hacemos. Pero lograron convencerlo a pesar de todo.
Al siguiente día era una tarde fresca y el perro junto al doctor estaban ya concluyendo su caminata vespertina cuando llegaron a la parte del bosque donde
estaban esperándoles los demás animales.
-Tengo miedo - dijo el bello animal.
-No te desesperes – le dijo una mariposa- es normal tener miedo pero tu ayuda ha
llegado al fin y podrás volver a jugar con todos.
El doctor sorprendido por su hallazgo, se acerco suavemente
contemplando tan bello animal, era algo nunca visto por sus ojos. Este
también se quedo quieto y dejo que se acercara. Suavemente pudo tocar
su pelaje y ver que habían manchas de sangre a su alrededor.
No puede ser! –exclamó el doctor- está herido.
Veloz como una gacela corrió a su casa y buscó su equipo de
curaciones. Colocó un tranquilizante comestible y luego uno más fuerte y pudo
curar su herida.
El proceso de recuperación fue lento y doloroso pero con el paso del tiempo las cosas volvieron a la normalidad, se oían las risas de todos nuevamente jugando en el bosque y aquella herida fue solo un mal recuerdo.
Fin
Hay situaciones en la vida que nos causan heridas que nos
inmovilizan, nos hacen desfallecer y pensar que es mejor quedarse en el suelo. Pensamos que quedarnos quietos y no hacer nada es la solución, que el tiempo se
encargara de todo, pero no siempre es así.
Hay heridas que necesitan ayuda, ser desinfectadas y
curadas, ser limpiadas dolorosamente para poder ver el daño real que hay. Si tardamos
en tomar la decisión de buscar esa ayuda, esto puede empeorar y retrasar el proceso de curación.
Dios siempre buscará la manera de suplirnos herramientas y
su santa ayuda, pero está en nosotros aceptarla y estar abiertos a lo que
implique el proceso de sanación!
Amigo mío excelente historia, muchas veces nos quedamos en ese círculo vicioso y no vemos más allá de el, pero la ayuda está ahí, sólo es buscarla y el Señor nunca nos dejará sólo en nuestra travesía.
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