En la crisis fluye la creatividad
Siempre me han encantado los rompecabezas, me relajan y cada vez que pongo algunas
piezas tengo una sensación de logro. Así que hace un tiempo me puse manos a la obra y me
dirigí a una juguetería. Encontré justo lo
que buscaba, una imponente vista aérea de la ciudad de Nueva York con la idea
de que lo hiciéramos en familia, olvidando que es a mi a la que le gustan los rompecabezas (y
volvemos con las expectativas jajaja). Pues sin más, compré el rompecabezas y
dispuse de una mesa en el estudio sólo para eso y así lo tenía disponible para
sentarme en cualquier momento del día.
Como ejercicio me había propuesto que cada día debía poner al menos 10 piezas. Comencé
por el borde y avanzaba rápidamente. Para mi sorpresa al no decirle a los
chicos que lo hicieran conmigo, sino ponerme a hacerlo, fue suficiente para que ellos también se animaran a poner algunas piezas de vez en cuando. Los rompecabezas son una
de las herramientas que nos pueden ayudar a enfocarnos, trabajando la
procrastinación y la constancia.
Avanzaba
y ya tenía preparada la pared donde iba a colocarlo luego de llevarlo a
enmarcar. Cuando quedaban pocas piezas, me entró una incertidumbre pues veía que
quedaban menos piezas sobre la mesa de las que me faltaban por poner.
¡Tanto
trabajo para nada! Con tanta ilusión que he hecho todo esto y para nada al
final. Revisé por todas partes, en el suelo, las cajas que estaban cerca, los
archivos y demás pero en definitiva faltaban dos piezas. Pensé en dejarlo y
echar todo a la basura. Tanto empeño ponemos en las cosas que hacemos y
muchas veces el resultado que esperamos, no es el que obtenemos!
Entonces
pensé- Pero ven acá yo soy artista! lo menos que puedo hacer es producir dos
piezas pintadas y así tendré una historia que contar, una lección de que
siempre podemos buscar soluciones utilizando nuestras habilidades y talentos, la ceratividad aflora casi siempre en medio de la crisis.
Así que
decidida a darle un toque personal tomé la caja donde vino para cortar una parte del cartón y hacer las dos piezas. Oh
sorpresa, en una de las pestañas de la tapa ahí estaban. Solo
reí y miré al cielo.
¡Entendido y anotado, lección aprendida! No podemos dar por
perdida la guerra hasta no terminar la ultima batalla, la solución será dada en el momento que la necesitemos.
Al
venir a Canadá llevé el cuadro a la casa de Jarabacoa (ya les hablé de ella en
el post de los pinos) y lo colocamos en nuestra habitación. Regularmente veo la
foto, para recordar que no demos nada por perdido, que mantener la ilusión y el
empeño dará sus frutos, pero sólo si llegamos al final.
Gracias Señor porque te vales de
pequeños detalles para que mantengamos la ilusión y la perseverancia.
Que refrescante reflexión!
ResponderEliminar